Decía Teilhard de Chaldrin que, en la escala de lo cósmico, solo lo fantástico tiene posibilidades de ser verdadero. Y tan proverbial resultó ser su reflexión que son, hoy ya, un buen número de físicos –hemos escrito "físicos", si- los que han incorporado dentro de su vocabulario palabras como "supercuerdas", "agujeros de gusano", "mundos paralelos"... La mecánica cuántica y la relatividad parecen demostrar el fracaso del orden mecanicista y explican que nuestro universo, tan inconmensurable como nos parecía y sin que apenas hayamos comenzado a descubrirlo, sería como una "burbuja" coexistiendo con otros universos.

La sola idea de un "multiverso", incrustado dentro de "once dimensiones", y mostrando unas realidades moldeables y, por supuesto, más complejas de la que perciben nuestros limitados sentidos, nos obliga a desplegar nuestra mente, no digamos nuestra imaginación... La "vida" podría ser "sueño" y los "sueños, "realidad", y todo cuanto nos sucede podría ser oasis ficticios de una conciencia, la nuestra, que está en otro lugar... Y es que algunas cosas no son como nos parecen: Hace mil años creíamos que nuestro universo terminaba en Saturno. En el mundo material las cosas están separadas espacialmente, pero nosotros no lo hemos sabido hasta hace poco porque percibimos su solidez.


Legendaria Avalon, sumergida en brumas y maravillas, isla del reino de las Hadas, del helénico Jardín de las Hespérides, el lugar donde son portadores de eternidad, Arturo, Morgana o Merlín; donde habita escondido de los hombres el Santo Grial... Mítica Avalon, al igual que Shambala o Agarta, lugares mágicos por excelencia, lugares de paso a universos prohibidos . Tal vez, algún día, tus brumas se disipen y podremos acceder a la realidad. ¿Pero qué realidad? No lo sabemos. Quizás no lo sepamos nunca. Hoy, de momento, hay quien piensa, físicos incluidos, que el Universo está empezando a parecerse más a un gran pensamiento que a una gran máquina.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Lo que no pudo hacer Tiburón, lo ha hecho un cáncer

Un terrible cáncer contra el que luchaba desde 2006, se ha llevado al actor Roy Scheider a los 75 años, en la localidad de Little Rock. Conocidos por todos por que encarnó al jefe de policía Martin Brody, que en la caza y captura desesperada del sanguinario pez blanco le espeta a Richard Dreyfuss, una de esas frases que han quedado para la posteridad: «Vas a necesitar un barco más grande...».
Scheider luchó y doblegó a un gran escualo blanco en «Tiburón» («Jaws»), película que superó la barrera de los cien millones de dólares en las taquillas. Tres años más tarde «electrocutó» a su hermano gemelo en «Tiburón II».
Roy Scheider fué nominado a dos Oscar.
Nacido en noviembre de 1932 en Orange (New Jersey), fue boxeador y jugador de béisbol antes que actor, carrera que comenzó en la mejor escuela, el terror de la serie B: «The curse of the living corpse», en la década de los 60, y prosiguió con «Star!», «Paper Lion», «Stiletto» y «Puzzle of a Downfall Child». En 1971 cautivó a la audiencia y a la crítica con el thriller «Klute», a las órdenes de Alan J. Pakula y con Jane Fonda como protagonista. Su primera nominación al Oscar llegó con «The French Connection», donde compartía cartel con Gene Hackman y Fernando Rey. Pero aterrizó en Hollywood un joven Spielberg y le consagró como el enemigo público número uno de los tiburones come-hombres. «Tiburón I y II» no le apartó de otros proyectos independientes de calidad, como la clásica «Marathon Man», de John Schlesinger, en donde encarnaba a un agente de la CIA y hermano del personaje de Dustin Hoffman; y la no menos «All That Jazz», bajo la batuta de Bob Fosse, y donde Scheider encabezaba el reparto dando vida a Joe Gideon (sosias del propio Fosse). También participó en la segunda parte de «2001: Odisea en el espacio», de Kubrick, titulada «2010», y «La Casa Rusia».
En sus últimos años de vida, Scheider participó activamente en manifestaciones contra la intervención militar de Estados Unidos en Irak.
Adiós pues a ese gran actor que luchó por contra el mal en forma de gigantesco pez, y por el bien de unos lúdicos e inocentes bañistas...

Carlos Martínez y Eduardo Sierra.
www.simpasta.blogspot.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amigo Carlos, es que desgraciadamente el cáncer es mucho más asesino que el gigantesco tiburón. Esta misma noche al conectarme a internet me he enterado que el que fuera gran jugador de fútbol hace unos años, Enrique Castro "Quini", uno de mis ídolos, también está aquejado de este terrible mal.

Pues que descanse en paz Roy Scheider. Como suele pasar con todos los buenos actores que se nos van: Roy Scheider siempre permanecerá con nosotros cada vez que volvamos a ver "Tiburón".