Decía Teilhard de Chaldrin que, en la escala de lo cósmico, solo lo fantástico tiene posibilidades de ser verdadero. Y tan proverbial resultó ser su reflexión que son, hoy ya, un buen número de físicos –hemos escrito "físicos", si- los que han incorporado dentro de su vocabulario palabras como "supercuerdas", "agujeros de gusano", "mundos paralelos"... La mecánica cuántica y la relatividad parecen demostrar el fracaso del orden mecanicista y explican que nuestro universo, tan inconmensurable como nos parecía y sin que apenas hayamos comenzado a descubrirlo, sería como una "burbuja" coexistiendo con otros universos.

La sola idea de un "multiverso", incrustado dentro de "once dimensiones", y mostrando unas realidades moldeables y, por supuesto, más complejas de la que perciben nuestros limitados sentidos, nos obliga a desplegar nuestra mente, no digamos nuestra imaginación... La "vida" podría ser "sueño" y los "sueños, "realidad", y todo cuanto nos sucede podría ser oasis ficticios de una conciencia, la nuestra, que está en otro lugar... Y es que algunas cosas no son como nos parecen: Hace mil años creíamos que nuestro universo terminaba en Saturno. En el mundo material las cosas están separadas espacialmente, pero nosotros no lo hemos sabido hasta hace poco porque percibimos su solidez.


Legendaria Avalon, sumergida en brumas y maravillas, isla del reino de las Hadas, del helénico Jardín de las Hespérides, el lugar donde son portadores de eternidad, Arturo, Morgana o Merlín; donde habita escondido de los hombres el Santo Grial... Mítica Avalon, al igual que Shambala o Agarta, lugares mágicos por excelencia, lugares de paso a universos prohibidos . Tal vez, algún día, tus brumas se disipen y podremos acceder a la realidad. ¿Pero qué realidad? No lo sabemos. Quizás no lo sepamos nunca. Hoy, de momento, hay quien piensa, físicos incluidos, que el Universo está empezando a parecerse más a un gran pensamiento que a una gran máquina.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Lo que significaba ir al Cine

Han pasado algunos años desde los multitudinarios estrenos de "La guerra de las galaxias", "E.T.", "Tiburón" o "En busca del arca perdida" por ejemplo. De mediados de los 70 hasta finales de los 80 (mi época dorada), ir al cine significaba almenos para mí, todo un acontecimiento. El cine era el de siempre, el de toda la vida. Cines en Alicante como "Casablanca", "Avenida", "Calderón", "Monumental"... estuvieron con nosotros muchos años, y hoy sólo permanecen vivos en el recuerdo de cuatro nostálgicos, entre los que me encuentro. Para los taquillazos de estreno, había que hacer dos colas, una para comprar la entrada y otra para entrar. En estos casos, casi siempre la cola daba la vuelta a la manzana donde se encontraba el cine, y por alguna extraña razón, teníamos los santos "bemoles" de aguantarla con alegría y entusiasmo. La costumbre era ir los domingos por la tarde, y una vez que te adentrabas en la oscuridad de la sala, un atento acomodador (¿qué demonios ha pasado con ellos?) linterna en mano, te ofrecía la mejor oferta disponible en butacas. Aquí no había numeración que valiese, tú te sentabas dónde te diese la gana siempre que estuviera libre. A mí, me gusta estar ya sentado sin que haya empezado ni el "Movierecord" vamos, pero con las inmensas colas que se formaban, eso era difícil, aunque se pusieran a cortar entradas una hora antes de la proyección. En estos casos se usaba un truco infalible que consistía en escudriñar la cola empezando por la cabeza, a la caza de la cara conocida, para que con la excusa, nos adelantara hasta su posición. Siempre funcionaba, bueno si encontrábamos al conocido, claro. Luego, cuando terminaba la peli, podías quedarte a una segunda sesión, o incluso a una tercera si eras un friki del film. Algunos cines ponían programa doble por el mismo precio; podías ver "Alien, el octavo pasajero" y "Kárate a muerte en Bangkok " sin moverte de la butaca. Joder eso sí que era "echar la tarde". Habían muchos más reestrenos que hoy, y estaba en vigor el restrictivo "exclusivamente mayores de 18 años" para las películas violentas o de terror, y el clasificada "s" para las eróticas o las gore. Macho que tiempos...
Puede que sea nostalgia, pero recuerdo que antes, ir al cine, tenía un punto cuasi mágico, social, y si queréis trascendente, sobre todo en los grandes estrenos. Las películas se vivían dentro del cine, con otro sabor y de otra manera. Con "Tiburón", la gente cogió miedo al mar. Con las películas de Bruce Lee, los niños y los que no lo eran tanto, salían de las salas gritando y dando patadas al aire. Eso hoy no pasa. Desde luego la vida ha cambiado mucho, y tristemente con ella también las sensibilidades...

Carlos Martínez y Eduardo Sierra
www.simpasta.blogspot.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amigos Carlos y Eduardo, me habéis hecho recordar aquellas tardes de domingo en las que me "ponía a hacer cola" a las 4 de la tarde para poder ver "ETE", "Tiburón", "Alien", o "La Guerra de las Galaxias". Ahora ya no hay que hacer colas para ir al cine, solo ahorrar para las palomitas que valen mas que la misma entrada... Me acuerdo del cine Navas, del Avenida, del Ideal, del Capitol, del Monumental... Bueno, mejor lo dejo aquí, tampoco es cuestión de que nos coja la "depre"... y eso que no hemos dicho nada de lo que representa -para un asiduo del cine como yo- estar en la sala -a veces- más solo que la una.