Decía Teilhard de Chaldrin que, en la escala de lo cósmico, solo lo fantástico tiene posibilidades de ser verdadero. Y tan proverbial resultó ser su reflexión que son, hoy ya, un buen número de físicos –hemos escrito "físicos", si- los que han incorporado dentro de su vocabulario palabras como "supercuerdas", "agujeros de gusano", "mundos paralelos"... La mecánica cuántica y la relatividad parecen demostrar el fracaso del orden mecanicista y explican que nuestro universo, tan inconmensurable como nos parecía y sin que apenas hayamos comenzado a descubrirlo, sería como una "burbuja" coexistiendo con otros universos.

La sola idea de un "multiverso", incrustado dentro de "once dimensiones", y mostrando unas realidades moldeables y, por supuesto, más complejas de la que perciben nuestros limitados sentidos, nos obliga a desplegar nuestra mente, no digamos nuestra imaginación... La "vida" podría ser "sueño" y los "sueños, "realidad", y todo cuanto nos sucede podría ser oasis ficticios de una conciencia, la nuestra, que está en otro lugar... Y es que algunas cosas no son como nos parecen: Hace mil años creíamos que nuestro universo terminaba en Saturno. En el mundo material las cosas están separadas espacialmente, pero nosotros no lo hemos sabido hasta hace poco porque percibimos su solidez.


Legendaria Avalon, sumergida en brumas y maravillas, isla del reino de las Hadas, del helénico Jardín de las Hespérides, el lugar donde son portadores de eternidad, Arturo, Morgana o Merlín; donde habita escondido de los hombres el Santo Grial... Mítica Avalon, al igual que Shambala o Agarta, lugares mágicos por excelencia, lugares de paso a universos prohibidos . Tal vez, algún día, tus brumas se disipen y podremos acceder a la realidad. ¿Pero qué realidad? No lo sabemos. Quizás no lo sepamos nunca. Hoy, de momento, hay quien piensa, físicos incluidos, que el Universo está empezando a parecerse más a un gran pensamiento que a una gran máquina.

viernes, 26 de marzo de 2010

Sólo él es eterno


Nos ha llegado una nueva primavera, ya está aquí otra semana santa y dentro de nada otro mundial. Qué buenas vibraciones tenemos todos los futboleros en esta ocasión y... ¡cómo pasa el tiempo, caramba! ¡cómo pasa el tiempo!. Nos lo van a decir a nosotros, que nos creíamos unos chavales hasta hace poco y ya nos hemos convertido en abuelitos de pro. Pues hablando del tiempo y como transcurre: Si nos preguntaran, cuál es la edad del Universo, ya sabemos lo que tenemos que responder: 13.700 millones de años. 

Sin embargo, amigo lector, la cosa no es tan sencilla si volvemos a preguntar qué es lo que había antes, ¡¡sí, antes!!, por ejemplo, un segundo antes, un año antes, o un siglo, o un millón de siglos antes. Tal vez se nos responda que no había nada, pues no había universo, que nuestra pregunta está mal enfocada, pero... ¿cómo lo sabemos? ¿ y si hubiera habido otro Universo hace 50.000 millones de años, por ejemplo, con su correspondiente big-bang, con su correspondiente explosión, expansión e implosión? ... y aunque no hubiere existido, la pregunta podría realizarse perfectamente, porque el Tiempo como concepto es infinito... y siempre habrá "un antes de cualquier cosa" y "un después de cualquier cosa". Pero el Tiempo permite aún mucho más. Todo cuerpo real debe extenderse en cuatro dimensiones. Debe tener Longitud, Anchura, Espesor y... Duración. No existe ningún objeto “instantáneo”. Pero por una flaqueza natural de la carne, todos nos inclinamos a negar este hecho.   

El Espacio, tal como lo entienden los matemáticos, ha sido catalogado poseyendo tres dimensiones. Pero algunos espíritus filosóficos se han preguntado por qué exclusivamente “tres dimensiones”... por qué no "una cuarta dimensión". El caso es que, sobre una superficie plana que no tiene más que dos dimensiones, se puede representar la figura de un objeto de tres dimensiones. Así, partiendo de imágenes de tres dimensiones, podríamos representar una de cuatro. Supongamos, ahora, una serie de retratos de la misma persona a los ocho, a los quince, a los diecisiete, a los veintitrés años, y así sucesivamente. Estaríamos representando en tres dimensiones a un ser de cuatro dimensiones; a nosotros mismos, por ejemplo, en el transcurrir del tiempo.
 
El Tiempo, en sí mismo, es una dimensión conflictiva. No se puede viajar a través de él sin interferir en unos hechos que ya han ocurrido o que se hallan programados. Algunos autores han querido soslayar este problema imaginando a un viajero a través del Tiempo como un mero espectador, separado de la época a la que viaja por una invisible barrera que le imposibilita mezclarse con los acontecimientos ya pasados; y transformarlos, es uno de los mayores alicientes de novelas y películas. 

El Tiempo puede ser imprevisible, incierto, desarrollarse simultáneamente con múltiples variaciones, sin una ordenación lineal. Pero aún más, puede ser circular, lineal, serial, discoide, sizigoso, longuípedo o pandiculado... y cada una de estas posibles características ofrece un camino apasionante, con miles de variaciones que explorar. Después de leer esto último, amigo lector, nuestra pregunta del comienzo sobre la edad del Universo nos va a parecer ahora de parvulario.

El Tiempo como concepto es infinito, porque siempre habrá un segundo posterior al momento final, aunque nadie sea testigo de ello. Siempre existirá una posibilidad de que, habiéndose extinguido ya nuestro universo, alguna "otra cosa" pueda surgir en un momento comprendido dentro de la eternidad. Eternidad y Tiempo son conceptos y significados inseparables y ambos se funden en una sucesión de momentos infinitos. Porque al contrario de todo cuanto existe -solo a falta de descubrir un día a Dios -el Tiempo es lo único que nunca tuvo un comienzo y nunca tendrá un final.  

miércoles, 10 de marzo de 2010

The Known Universe.

Hace apenas unas semanas, el Museo Americano de Historia Natural colgó en la red este espectacular vídeo, una reconstrucción informática que muestra un "viaje" desde la superficie de la Tierra hasta los límites del universo conocido.
Lo que hace que este vídeo sea único y diferente a la mayoría de los que se han hecho hasta ahora es que todo lo que en él aparece está basado en datos reales. Es decir, que no se trata de un vídeo "artístico" realizado según simples criterios estéticos, sino de una auténtica reconstrucción, pieza a pieza, de todo lo que sabemos sobre el universo en que vivimos.
Todo, desde las trayectorias de los satélites que orbitan la Tierra, hasta la posición de todas las estrellas, galaxias o lejanísimos quasares, está basado exactamente en los datos que tenemos sobre cada uno de esos objetos. O para ser más precisos, en los datos del Sloan Digital Sky Survey, que componen la que quizá sea la visión más completa del universo de que disponemos hasta el momento.
A pesar de todo, y debido a la posición geográfica en la que se encuentra el telescopio de dos metros y medio del Apache Point Observatory, en Nuevo México, que es el que utiliza el Sloan Digital Sky Survey, existen zonas "oscuras", es decir, áreas del universo que el telescopio, físicamente, no puede observar. Por eso, en el vídeo, la distribución de las galaxias observadas tiene la forma de dos conos unidos por la punta (el punto de unión es la Tierra), y el resto aparece en negro.
En total, el trabajo comprende casi un millón de galaxias y más de 120.000 quasares. El viaje, que comienza en el Himalaya, termina en el límite mismo de lo que podemos observar con los instrumentos más potentes de que disponemos, los ecos del Big Bang, a 13.700 millones de años luz de distancia, y sirve para que todos nos demos cuenta, de una forma directa y visual, de lo insignificantemente pequeño que es nuestro mundo, incluso nuestra galaxia, si se compara con todo lo que hay "ahí fuera"...

Enviado por: Ana M.